Centro Cultural de Neuquen

 

Se trata de una volumétrica simple, baja y extendida, donde las grandes cajas de las salas se recortan detrás de un zócalo de menor altura que las envuelve y que en su desarrollo zigzagueante define en una misma operación tanto el patio de autos como la plaza al frente: un ágora de expansión de las actividades artísticas y culturales al exterior. Un pórtico alineado a las construcciones de la avenida enmarca este nuevo ámbito de encuentro ciudadano con grandes sectores arbolados, al refugio de los rayos solares, donde reposan los dos pequeños pabellones del futuro Museo del Agua integrándolos en un solo espacio. Dicha recova opera como una transición permeable, abierta y transparente prolongando la plaza como gran foyer al exterior hacia un entorno entendido como el escenario del desarrollo de la vida social. Actúa como área de desconcentración de la gran cantidad de personas en un breve lapso de tiempo a la salida de los espectáculos, hacia la arteria mas importante desde el punto de vista de su conexión con el resto de la ciudad y la mas amplia espacialmente hablando.
El proyecto se desarrolla básicamente en una sola gran planta baja a excepción de un mínimo programa de camarines, acentuando su carácter peatonal, tan importante en edificios con gran movimiento de gente, evitando al máximo las barreras que escaleras y ascensores imponen.
Se accede a través de un Hall de distribución hacia todos lo programas, tanto desde la plaza como desde el estacionamiento, que se pensó a cielo abierto intentando reducir el impacto económico lo mas posible.

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